Jacques Benveniste

Biólogo francés que experimentó con la transmisión de frecuencias desde una sustancia activa a una inerte, en referencia a sus trabajos se acuñó el término “memoria del agua”. Aunque sus experimentos fueron fruto de muchas críticas y desacreditaciones, abrió un camino que más adelante el premio nobel Luc Montagnier repetiría con otras variantes. Con sus experimentos Benveniste quería demostrar que se pueden transmitir las propiedades de una sustancia a otra (en su caso agua), a través de recoger su frecuencia y volverla a emitir, incluso a distancia por vía telefónica o internet.

Hijo de una familia acomodada, nació en París el 12 de Marzo de 1935, fue médico, bioquímico e inmunólogo, entre sus hallazgos está el descubrimiento del denominado “factor activador de las plaquetas”. En su juventud fue piloto de carreras, hasta que una lesión en la espalda le hizo retirarse, por esta misma dolencia y tras graduarse en la facultad de medicina, se inclinó por la investigación en vez de la atención directa al paciente. Entre 1965 y 1969, trabajó en el Instituto Francés para la Investigación del Cáncer, después estuvo hasta 1972 en el Scripps Clinic and Research Foundation en California, donde se hizo de un cierto prestigio. A su regreso a Francia, fue nombrado director de inmunología del laboratorio del INSERM en París. Murió el 3  de Octubre del 2004 en Paris.

En 1988 publicó un artículo en la revista Nature en donde afirmaba que había realizado una serie de experimentos sobre degranulación de basófilos disparada por anticuerpos IgE (del grupo de la inmunoglobulina E) muy diluidos, en donde concluía que la configuración molecular del agua era activa biológicamente. Es decir, que si se diluye mucho una sustancia en agua, ésta puede seguir teniendo sus propiedades activas todavía y ser utilizadas como medicamento, esto respaldaba la afirmación de la homeopatía que eleva sus efectos a mayor disolución y tras ser sometida al proceso llamado “dinamización”.  Este artículo enfadó a muchos de sus colegas y desató una gran polémica que concluyó con el envío de un equipo científico de la revista Nature a los laboratorios de Benveniste. Los científicos de la revista científica realizaron varios experimentos en los laboratorios franceses de los cuales cuatro fueron favorables y tres desfavorables, por lo que el equipo enviado concluyó que la metodología de Benveniste no era totalmente objetiva. Hay laboratorios que han replicado sus experimentos, recibió el apoyo del premio Nobel en física Brian Josephson y el propio Benveniste encargó un sistema robotizado para hacer sus experimentos con el fin de poder demostrar que no había fallo por parte de los operadores y que todo se realizaba adecuadamente. Tras la publicación de los resultados del equipo enviado por la  revista Nature y las réplicas de Benveniste el INSERM (Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale) puso las investigaciones, al investigador y su equipo a prueba, pues si la labor de esto era ejemplar, les preocupaban las investigaciones sobre las altas disoluciones; se pensó incluso en cerrar el laboratorio 200 del INSERM, pero Benveniste trabajó en él hasta el año 2000.

Otra afirmación que no le benefició en su reputación científica a este investigador fue la realizada en los años 90 del siglo pasado consistente en que la huella electromagnética o memoria podía ser digitalizada, guardada, transmitida  y vuelta a cargar a través de vía telefónica o internet. 

El procedimiento básico para extraer la huella particular de la sustancia consistía en introducir la muestra en un cilindro de acero con una espiral de cobre a modo de bobina, someterla a ruido blanco, registrar en el ordenador el sonido producido y volver a emitirlo a otro tubo de acero con una bobina en donde se situaba la muestra. El ruido blanco a actuar con la muestra recogería la estructura molecular de la sustancia activa y al volver a ser emitida reorganizaría las moléculas del agua de acuerdo a la de referencia. Esto es conocido como “memoria del agua”, aunque este término se hizo más popular con las investigaciones de Masaru Emoto. Luc Montagnier realizó años después un experimento similar, poniendo una sustancia muy diluida junto a un tubo de agua en una bobina a 7,8 Hz. y comprobó que se transfería la huella electromagnética a la muestra del agua, de tal modo que cuando se le aplicaba un amplificador de ADN, se encontraba rastro en los dos.

Existe la patente presentada en 1998 y admitida por la oficina de patentes de Estados Unidos con el número 6,541,978 a nombre de Jacques Benveniste y Didier Guillonnet.  La aportación más importante de este investigador es la de que las células se relacionan no solo físicamente sino también electromagnéticamente, con frecuencias inferiores a 20 khz. Dos moléculas resuenan a la misma frecuencia incluso a larga distancia, creando una nueva frecuencia que hace resonar a otro grupo de moléculas y esto concluirá en determinadas reacciones físicas. 

Jacques Benveniste fue un pionero y aunque sus investigaciones  fueron desprestigiadas y él tachado de ingenuo, abrió un camino que otros han seguido replicando sus experimentos y ha aportado el inicio de la base científica a fenómenos como la homeopatía o la duplicación de remedios por instrumentos radiónicos.