Nació el 16 de mayo de 1888, en Elkhorn, Nebraska, Estados Unidos, llegando a ser uno de los grandes científicos del siglo XX. Murió el 5 de agosto de 1971 de una sobredosis de tranquilizantes y alcohol. En 1913 se trasladó a San Diego trabajando como chófer en las compañías alemanas Zeiss y Leitz, también sirvió en la marina durante la primera guerra mundial. En su vida la fama y reconocimiento fue ascendente y descendente, siendo menospreciado por el mundo científico al final de su vida, quedando sus investigaciones ignoradas y desacreditadas por el mundo científico, en una especie de pacto de silencio urdido por la Asociación Médica Estadounidense. A partir de la década de los 80 del siglo pasado se volvieron a retomar sus investigaciones a raíz del libro “La cura del cáncer que funcionó” de Barry Lynes.
Su aportación más importante, con la que alcanzó un gran prestigio inicialmente, fue el primer microscopio para virus del mundo en 1920, superando a los microscopios electrónicos posteriores al poder observarse estos microorganismos vivos. En 1933 completó el llamado “Microscopio Universal” de más 6.000 partes diferentes, capaz de aumentar 60.000 el tamaño inicial. El funcionamiento del microscopio y de su posterior sistema de tratamiento se basa en la “bioresonancia”, cada molécula vibra a una frecuencia específica y esto permite identificarla y localizarla como si de una firma electromagnética única se tratase. En su visión, cada molécula mantiene la estructura de los átomos que la compone a través de una energía de enlace covalente que emiten y absorben energía cuando son alcanzados por la frecuencia a la que resuena su propia firma espectral u oscilación electromagnética. Identificó la frecuencia de resonancia de múltiples dolencias, virus y organismos, empleándose para ello en sesiones de 48 horas seguidas.
Su aparato llamado “beam ray machine” era capaz de curar enfermedades emitiendo una frecuencia que hacia resonar el patógeno en concreto causante de la dolencia. Desarrolló una lista de frecuencias para cada dolencia y órgano, ampliada actualmente por distintos investigadores. Afirmaba ser capaz de curar el cáncer terminal y otras enfermedades. Este mecanismo incrementaba la frecuencia electromagnética natural a la que oscila el microorganismo deformándolo hasta desintegrar su estructura por estrés sin dañar el resto de las estructuras circundantes; a esto le denominó “Frecuencia Oscilatoria Mortal”, conocida por sus singlas en Ingles MOR (mortal oscilatory rate”). En un primer momento el paciente tratado empeora debido a la liberación de los agentes químicos que componen el organismo patógeno, para después mejorar. Las ondas electromagnéticas eran emitidas a través de lámparas de vació, actualmente se emplean también tubos de plasma de distinto tipo y diseño. Como no se conoce con exactitud el funcionamiento del instrumento terapéutico de Rife, esto ha dado lugar a múltiples versiones y derivaciones de su aplicación para la sanación. A mediados de los años 50 del siglo XX desapareció el interés por sus investigaciones, cayendo en el olvido, hasta que con la llegada del nuevo siglo distintos investigadores han desarrollado su propia versión del instrumento terapéutico. Tanto Rife, como otros investigadores actuales de sus técnicas cuentan con casuística de pacientes con cáncer que llegaron a curarse, dicho esto con toda la cautela que procede en casos tan graves y delicados.
La Doctora en biología Hulda R. Clark llegó a conclusiones similares a las de Rife con un instrumento denominado “sincrómetro”, con el fin de hacer resonar eléctricamente dos sustancias; también ideó un aparato terapéutico conocido como “zapper” que generaban frecuencias que eliminaban microbios peligrosos en el organismo. Realizó su propia lista de frecuencias eléctricas a las que resuenan organismos, virus, parásitos y microbios.
La importancia de las investigaciones de Rife está en que fue el primero en establecer la relación entre las frecuencias y los organismos vivos. En la actualidad hay muchos tipos de variaciones de como aplicar las frecuencias para conseguir efectos sobre la salud y los estados de ánimo, ya sea con tubos de plasma, con electrodos, sobre muestras de un sujeto para tratar a distancia, con generadores de frecuencias independientes o a través de la tarjeta de sonido del ordenador. Es común utilizar las listas de frecuencias Rife de órganos y enfermedades en algunos instrumentos radiónicos.