El bioplasma

Los seres vivos, así como los objetos inanimados, tienen en torno a ellos un campo de energía que varía según las circunstancias físicas como mentales. A estas zonas de energía exterior se le ha llamado tradicionalmente aura, y en la actualidad se le denomina biocampo o bioplasma, emplearemos esta última expresión acuñada por el científico ruso Dr. Inyushin. En los seres vivos el bioplasma es cambiante y tiene, por así decirlo, una cierta respiración o movimiento; en los objetos inorgánicos es estático, modificado por factores externos.

El bioplasma se comporta como la bioenergía o energías sutiles en general. Sigue las leyes de la refracción de la luz, es contrario a la electricidad y los campos magnéticos le afectan, pues cuando se le acerca un imán se modifica su estado.  Le afecta el magnetismo propio de la tierra, interfiere en la posición Norte-Sur con el flujo de la energía telúrica que es Este-Oeste. Se trasmite a través del metal inmediatamente, y los aislantes la absorben lentamente y la liberan lentamente; por esto los cuarzos que son considerados semi conductores tienen la cualidad de acumularlo y liberarlo lentamente. Tienen polaridad, y los polos opuestos se atraen y de la misma polaridad se rechazan. 

En el siglo XVIIII y principios del XIX, Friendich Mesmer (1733-1815), redescubrió un “fluido magnético” que podía ser utilizado para curar, a estas técnicas se le denominaron “mesmerismo”; de ahí surge lo que se vino en llamar “pases magnéticos”. Von Reichenbach acuñó este término “fuerza odílica”  o “od” en 1845, para una energía que emitían los seres vivos, los magnetos y los cristales. Son distintos modos de describir la energía que circula por el cuerpo físico y emana de él, con polaridad inversa en las capas exteriores. En el siglo XX fue muy popular la fotografía llamada Kirlian, lleva el nombre del matrimonio que durante los años de la guerra fría investigó sobre la fotografía realizada por  descarga de alto voltaje y frecuencia. Este sistema, si bien no fotografía el bioplasma o biocampo, sí aporta información sobre éste; actualmente se ha desarrollado por Konstantin G. Korotkov denominado GDV (Visualizador de Descargas de Gases), que a través de un aparato similar utilizado por el matrimonio Kirlian y un programa aporta un gráfico del estado energético del biocampo. Schlieren es también otro sistema a base de lentes y que, aunque recoge los cambios del aire en torno al cuerpo, también aporta indirectamente información sobre el bioplasma. Otro sistema es de la pantalla de Kilner compuesta con di-cianina, así mismo distinto tipo de filtros de color que permiten una cierta visión directa.

Las características de la polaridad de esta energía en torno al cuerpo son;
Positivo: Lado izquierdo del cuerpo. De tono rojizo amarillento. Es emisor, activo, transmite la energía. Corresponde con el polo Sur magnético. Su sensación física es de calor o tibieza con ciertas molestias.
Negativo: Lado derecho. De tono azul eléctrico. Es receptor, pasivo, acumula. Corresponde con el polo Norte magnético. Produce la sensación física de frescor y adormecimiento.
Se presupone una polaridad en cada dedo de la mano, de tal modo que el primero y último de la mano izquierda es positivo, junto con el central y los dos intermedios negativos; en la mano derecha los negativos o receptores serian el primero y el último, así como el central, mientras que los dos restantes positivos.

Hay muchas divisiones del campo energético en torno al cuerpo, cada tradición le da un nombre especifico, como cuerpo astral, causal, éterico,… éstas no dejan de ser más interpretaciones filosóficas. Según las distintas investigaciones realizadas a lo largo de casi dos siglos, se pueden distinguir cuatro estadios o niveles del bioplasma externo:
Primer campo externo: Hasta 12 milímetros por el exterior del cuerpo, es el que representa la energía vital más física y primaria. El sistema Kilian, el GDV y el Voltímetro de Burr ponen de manifiesto este nivel, se dice que es fácil poder apreciarlo a simple vista con algo de entrenamiento.
Segundo campo externo: Hasta 8 centímetros en torno al cuerpo, revela sobre todo los estados mentales. Los filtros de colores y la pantalla de di-cianina lo revelan.
Tercer campo del externo: Hasta 15 centímetros en torno al cuerpo en el hombre y 20 en la mujer.  Se le atribuye a este nivel el reflejo de los aspectos psíquicos más profundos, junto con los ideológicos o filosóficos. Se puede apreciar con el sistema de Kilner y el aparato diseñado por Stavely Bulford.
Cuarto campo externo: Se expande desde los sesenta centímetros a un metro, es un espacio neutro que algunos definen como vacío, en donde se produce un intercambio de energías con el entorno y los otros seres vivos.  Cuando hay una sobresaturación energética en el cuerpo desprende y absorbe si lo requiere. Perdura unas cuatro horas después de la muerte, antes de ser absorbido por la tierra. Este campo determina los anteriores y es sumamente sutil. Se puede detectar con el aparato inventado por Sergeyev y con los mismos con los que se aprecia el nivel anterior. Entre esta última capa y la anterior, no hay un vacío absoluto, sino un lugar de reajuste y movimiento entre los distintos campos del bioplasma y el exterior.

El campo energético que rodea al cuerpo humano en sus diferentes capas forma una especie de capullo que encierra el organismo como los distintos niveles de la llama de una vela. Posee una especie de respiración o latido que se describe como una envoltura luminosa azul-grisacea o gris-azulada, que se extiende de sesenta a ciento veinte centímetros, para desvanecerse y mezclarse con la atmósfera circundante. Durante dos segundos crece alejándose del cuerpo, permaneciendo un cuarto de segundo totalmente desarrollado, desapareciendo repentinamente. Se desvanece totalmente en un octavo de segundo y, tras una pausa de unos tres segundos, se vuelve repetir el proceso, siendo el ritmo de esta "respiración energética" de quince a veinticinco veces por minuto. Este ritmo se puede ver alterado por diferentes procesos mentales o fisiológicos.

Los chakras aparecen en el bioplasma como vórtices energéticos a unos dos centímetros y de unos 8 centímetros de diámetro. Aparte de estos vórtices se han detectado los llamados “patrones biológicos” o “puntos nodales”. El cuerpo energético posee como unos puntos de suma intensidad que son el reflejo de la estructura física, considérese como lo que define la realidad morfología. Al igual que puntos de sutura marca el lugar más activo y más frágil del cuerpo sutil. Se podría comparar con el concepto chamánico de los puntos de encaje. George Delawarr ideó un instrumento radiónico denominado “detector trans-atómico” detector que permite realizar gráficos tridimensionales de estas configuraciones  energéticas.