
Nació en San Francisco el 5 de diciembre de 1863 y murió en su ciudad natal en 1924. Hijo de una acomodada familia judía, fue enviado a estudiar medicina de adolescente al Colegio Médico de San Francisco, terminando sus estudios con apenas 18 años; declarando que tenía 21 años, ingresa en la Universidad de Heidelberg en Alemania. Acabados sus estudios allí, sigue su post grado en distintas facultades europeas como Londres, París, Viena y Berlín, bajo la dirección de las mentes medicas más importantes de la época. En 1883, ya de vuelta a su ciudad natal, convalida su título en el Cooper Medical College de la Leyland Stanford University; en 1885 es asistente en Patología, uniéndose a la Cátedra de Clínica Médica y Patológica, que le declara Profesor de Patología en 1894. Más tarde es nombrado Director y Profesor de Patología Clínica Médica en la Universidad de San Francisco, hasta que lo deja en 1898. Contrae matrimonio en dos ocasiones, enviudando en ambos casos y sin descendencia, esto hace que Abrams se dedique con apasionamiento a la investigación. Llegó a ser Presidente de la Sociedad Médica de San Francisco y Vice-Presidente de la Sociedad Médica de California. Sus trabajos eran muy valorados y su prestigio solo hacia crecer hasta que se encontró con las radiación humana.

A partir de 1916 empieza a publicar una revista trimestral sobre sus descubrimientos e ideas, a partir de 1920 surgen distintas instituciones y publicaciones que desarrollan sus ideas y trabajos. Muere de una pulmonía repentinamente en 1924, deja una cantidad importante de dinero fruto de los derechos de los aparatos que desarrolló y comercializó. Poco antes de morir creo un hospital, que no llegó a terminarse a pesar de que él puso la primera piedra. A pesar de que la opinión actual es que Abrams solo fue un charlatán que hizo dinero a costa de la ingenuidad de la gente, hay que considerar que no necesitaba esto para mantener un alto nivel de vida y que su modo de ser austero es contradictorio con estas acusaciones.
Abrams creía que el ser humano estaba expuesto continuamente a radiaciones de la tierra y del universo en general, que no le afectaban si el individuo se encontraba en resonancia con ellas; el problema era la vibración en desarmonía. Consideraba que los componentes protoplasmáticos de los tejidos actuaban como detectores naturales de energía, lo que para él era patente en los reflejos que se apreciaban en las vísceras. Comprobó que la presión en las vértebras para producir estímulos podría ser suplantado por otras forma de energía, como por ejemplo los imanes. En el desarrollo de su investigación utilizó una barra imantada, dirigiendo uno de sus polos sobre la zona inferior del estómago y percutiendo en él hasta notar cambio en el tejido; si dirigía el polo norte la energía detectada era positiva, y si era el polo sur, negativa. La energía era neutra si el organismo no reaccionaba. Simultáneamente comprobó que cada órgano del cuerpo tenía una frecuencia y pensó que el organismo se podría entenderse como un magnetómetro, pues aplicando distintas frecuencias obtenía reacciones similares a la de la presión en las vértebras. Convencido de que cada enfermedad tenía una frecuencia específica, se lanzó a la búsqueda de un instrumento que pudiese medir la corriente del cuerpo, pero en su época los galvanómetros no eran muy sensibles y la radio estaba en sus principios, por lo que utilizó un instrumento similar que se conectaba al sujeto y que le permitía sintonizar determinadas frecuencias, expresando el valor vibratorio en ohmios; este instrumento rudimentario que desarrollaron los investigadores de su laboratorio en San Francisco lo denominó "Biodinamómetro" o "Reflexófono".

El método original de Abrams consistía en ir golpeando la parte del abdomen con los dedos para apreciar qué sonido producía, determinando de este modo el estado de salud. Un día alguien encendió una máquina de rayos X y el sonido silenció, por lo que llego a la conclusión de que esa reacción dependía de las radiaciones de distinto tipo, pues esto solo sucedía cuando el paciente estaba en el eje Este-Oeste. El siguiente paso fue comprobar que mientras una persona sana sujetaba en la frente un tubo de cristal con muestra de un paciente enfermo se producía la misma nota que haciéndolo directamente con el doliente. A partir de ahí desarrollo Abrams un sistema de diagnóstico que consistía en una persona sana orientada Este/Oeste que tenía en la frente un cable que llegaba a una caja de resistencias, los pies los tenía sobre una placa que se conectaba a una caja metálica cerrada donde estaba una muestra del paciente enfermo. Este es su esquema:
Con la muestra del paciente enfermo en la caja de muestras y el sujeto sano orientado convenientemente se iban golpeando determinadas partes del abdomen hasta encontrar la resonancia, mientras se movían los valores de las resistencias y de este modo se podía determinar la enfermedad y el grado de la misma en el sujeto de la muestra. Las zonas oscuras eran donde se percutía en busca de la reacción:
Tras este método de diagnóstico desarrolló una máquina de tratamiento para restablecer el equilibrio armónico de las frecuencias del cuerpo denominado “Oscilloclast”. Las investigaciones y deducciones de Abrams tienen que ver con el aspecto energético y de frecuencias energéticas del cuerpo más que lo que su tiempo fue capaz de valorar, todavía queda por reconsiderar a este hombre y su obra.